Héctor Alterio: «La poesía es una ventana»

Un poco de poesía siempre es un buen remedio para compensar tanta insensatez y estulticia.  La poesía es una ventana pero «que no se entere la policía porque podrían cerrarme la ventana».

Este es un fragmento del recital «Como hace 3.000 años…» que ofreció Hector Alterio en la Biblioteca bilbaina de Bidebarrieta el pasado jueves, 18 de octubre, enmarcado dentro de los actos programados en Semana de la Poesía de Bilbao, Alterio interpretó poemas de León Felipe, Antonio Esteban Agüero y Pablo Neruda acompañado a la guitarra por José Luis Merlín. También, y en reconocimiento a la Semana de la Poesía, interpretó  poemas de Blas de Otero y Gabriel Aresti.

Las palabras de León Felipe, Borges, Antonio Esteban Agüero y Pablo Neruda desfilaron por una abarrotada biblioteca  donde Alterio las interpretó. Y es que el actor  no recita los poemas a la manera clásica, sino que los interpreta, de forma que no sea la métrica o la melodía las que marquen su camino, sino la búsqueda de la esencia del texto, su propia actuación.

Alterio se ha implicado emocionalmente en un proyecto para el que ha elegido varios poemas de León Felipe, uno de sus poetas favoritos. ‘Escuela’, ‘El salmo es mío’, ‘Vencidos’, ‘Picasso’, ‘La ventana’ o ‘Qué lástima’ son algunos de los textos del poeta zamorano seleccionados para el recital y en los que se muestran algunos de los reproches que hizo a la humanidad y que el actor comparte.

La selección de los textos no tiene un denominador común, pero resaltan la manifestación de unos sentimientos comunes entre el autor y el intérprete.

Del poeta argentino  Antonio Esteban Agüero recitó ‘Preludio cantable’ y ‘Canción del caminante solitario’; de Jorge Luis Borges, ‘Remordimiento’, y de Pablo Neruda, ‘Pequeña América’.

La palabra de Alterio sonó acompañada por la guitarra de José Luis Merlín. Un acompañamiento que pasa por la improvisación a partir de los temas que tratan los poemas y la inflexión y la modulación del intérprete. El guitarrista y compositor empleó una técnica similar a la de los guitarristas flamencos, pero apoyada por piezas de Isaac Albéniz (‘Asturias’), Francisco Tárrega (‘Recuerdos de la Alhambra’), Joaquín Turina, Astor Piazzolla (‘Otoño porteño’), Fernando Sor (‘Estudio en sí menor’) y el propio Merlín (‘Suite del Recuerdo: evocación’, ‘Momentos’, ‘Zamba para ella’, ‘Catedral de los pájaros’).

POESÍA. LEÓN FELIPE

Poetas… La Poesía es una ventana… Para mí es la ventana… la única ventana de mi casa. Por esta ventana irrumpe la luz e ilumina todo lo que yo escribo en las paredes.

Y también entra el Viento. El viento entra y sale por la ventana y un día se lo llevará todo: las paredes, las palabras escritas y este yo que tiene una orgullosa cola de renacuajo y también parece un torpe y lento gusano que camina movido por el hilo viscoso de su baba. Prefiero la metáfora del gusano…

…He oído decir que entre el Viento y la Luz pueden convertir un gusano en mariposa.

¡Un gusano en mariposa! Este es el milagro, el brinco prodigioso que a mí me ha sostenido sobre la tierra… esto es lo que más me ha maravillado de todo cuanto he visto en el mundo… Este es el asombro mayor que ha presenciado mi conciencia… Un ratón –decía Whitman cuando le tachaban de incrédulo y de ateo–, un ratón es milagro suficiente para convertir a mil trillones de infieles… Y yo digo que un gusano transformado en mariposa es mucho más asombroso que la rotación matemática y musical de las esferas siderales. Todo en el mundo se mueve con un rodar de noria dentro de un círculo cerrado… la serpiente se chupa el caramelo de la cola… la Tierra rueda y se repite… Todo marcha y vuelve en una dialéctica cerrada y fatal… Pero el gusano tiene una dialéctica poética… el gusano se convierte en mariposa…

 QUE LASTIMA!. LEÓN FELIPE

¡¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza
de este tiempo lo mismo que los poetas que hoy cantan!
¡Qué lástima
que yo no pueda entonar con una voz engolada
esas brillantes romanzas
a las glorias de la patria!
¡Qué lástima
que yo no tenga una patria!
Sé que la historia es la misma, la misma siempre, que pasa
desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
como pasan
esas tormentas de estío desde esta a aquella comarca.
¡Qué lástima
que yo no tenga comarca,
patria chica, tierra provinciana!
Debí nacer en la entraña
de la estepa castellana
y fui a nacer en un pueblo del que no recuerdo nada;
pasé los días azules de mi infancia en Salamanca,
y mi juventud, una juventud sombría, en la Montaña.
Después… ya no he vuelto a echar el ancla,
y ninguna de estas tierras me levanta
ni me exalta
para poder cantar siempre en la misma tonada
al mismo río que pasa
rodando las mismas aguas,
al mismo cielo, al mismo campo y en la misma casa.
¡Qué lástima
que yo no tenga una casa!
Una casa solariega y blasonada,
una casa
en que guardara,
a más de otras cosas raras,
un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
(que me contaran
viejas historias domésticas como a Francis Jammes y a Ayala)
y el retrato de mi abuelo que ganara
una batalla.
¡Qué lástima
que yo no tenga un abuelo que ganara
una batalla,
retratado con una mano cruzada
en el pecho, y la otra en el puño de la espada!
Y, ¡qué lástima
que yo no tenga siquiera una espada!
Porque…, ¿Qué voy a cantar si no tengo ni una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni una espada?
¡Qué voy a cantar si soy un paria
que apenas tiene una capa!

Sin embargo…
en esta tierra de España
y en un pueblo de la Alcarria
hay una casa
en la que estoy de posada
y donde tengo, prestadas,
una mesa de pino y una silla de paja.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se halla
en una sala
muy amplia
y muy blanca
que está en la parte más baja
y más fresca de la casa.
Tiene una luz muy clara
esta sala
tan amplia
y tan blanca…
Una luz muy clara
que entra por una ventana
que da a una calle muy ancha.
Y a la luz de esta ventana
vengo todas las mañanas.
Aquí me siento sobre mi silla de paja
y venzo las horas largas
leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
la gente a través de la ventana.
Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
en un pueblo de la Alcarria,
y, sin embargo, le basta
para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
Que todo el ritmo del mundo por estos cristales pasa
cuando pasan
ese pastor que va detrás de las cabras
con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
con una carga
de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus miserias, de
Pastrana,
y esa niña que va a la escuela de tan mala gana.
¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
siempre y se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
¡Qué gracia
tiene su cara
en el cristal aplastada
con la barbilla sumida y la naricilla chata!
Yo me río mucho mirándola
y la digo que es una niña muy guapa…
Ella entonces me llama
¡tonto!, y se marcha.
¡Pobre niña! Ya no pasa
por esta calle tan ancha
caminando hacia la escuela de muy mala gana,
ni se para
en mi ventana,
ni se queda a los cristales pegada
como si fuera una estampa.
Que un día se puso mala,
muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las campanas.

Y en una tarde muy clara,
por esta calle tan ancha,
al través de la ventana,
vi cómo se la llevaban
en una caja
muy blanca…
En una caja
muy blanca
que tenía un cristalito en la tapa.
Por aquel cristal se la veía la cara
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana…
Al cristal de esta ventana
que ahora me recuerda siempre el cristalito de aquella caja
tan blanca.
Todo el ritmo de la vida pasa
por el cristal de mi ventana…
¡Y la muerte también pasa!

¡Qué lástima
que no pudiendo cantar otras hazañas,
porque no tengo una patria,
ni una tierra provinciana,
ni una casa
solariega y blasonada,
ni el retrato de un abuelo que ganara
una batalla,
ni un sillón de viejo cuero, ni una mesa, ni una espada,
y soy un paria
que apenas tiene una capa…
venga, forzado, a cantar cosas de poca importancia!

Preludio Contable. Antonio Esteban Agüero

De nuevo.
Nuevamente.
Como hace tres mil años.
Cuando Homero
Soltaba mariposas
Pájaros
Dioses
Arqueros
Y barcos
En medio de las plazas
Al borde de los patios
Sobre azoteas claras
En ciudades de muros herrumbrados
Y la gente
-marineros,
campesinos,
soldados-
disputaba lugares para oírle
regresemos al canto
Como al viejo país
Y a sus banderas
Que una vez traicionamos,
Como aquel que regresa
Luego de un ciego, largo
Difícil, triste viaje
Al hogar de los padres y comprende
Que allí esperaba lo buscado.

…………………………………….

De nuevo
Nuevamente
Como hace tres mil años;
Ocupemos la silla abandonada
En la casa del Hombre.
A la orilla del pan que nos sonríe
Con su cara de trigo
Milenario.
A la vera del fuego
En la sombra de patio.
Junto a la sal y al vino.
Y al reloj cotidiano.

3 comentarios en “Héctor Alterio: «La poesía es una ventana»

  1. Pingback: “Muere lentamente quien no viaja” « Dicky del Hoyo

  2. Pingback: No te mando flores, Marta « Dicky del Hoyo

Deja un comentario